Una taza de noticia naranja (ni muy amarilla, ni muy roja, término medio), dos hilachos de nostalgia (como diría Francisco Barrios), un hilillo de sangre (pa' que amarre), medio kilo de palabrería sin sentido, un cuarto (verifique que no sea oscuro) de subjetividad y un poco de aquí y de allá. Refrigérese después de abrirse.
viernes, 19 de abril de 2013
El Síndrome del Pseudo Intelectual
"¡A chingar a su madre, aquí mando yo!" parecía decir el rostro de aquel primate en la cinta "2001 Odisea en el Espacio", en la cual, luego de la presencia de un misterioso monolito, tomaba entre sus manos un hueso que luego usaría como arma para golpear los restos de un esqueleto.
Acto seguido, lo arrojaría al espacio como analogía de aquello de lo que pareció un descubrimiento sencillo, sentaría las bases para que el hombre se erigiera como la especie dominante del planeta, la evolución del ser no pensante a aquello en lo que se ha transformado en la actualidad.
(Si quiere sentir la profundidad del párrafo anterior, favor de releerlo teniendo como fondo musical la overtura de "Así hablaba Zaratustra").
Y es que esa escena tan significativa de Stanley Kubrick, sirve no solo para ejemplificar el punto filosófico de la evolución del animal al hombre, y de éste al super hombre (No dude, busque el significado de la anterior línea en la biografía de Friedrich Nietzche en Wikipedia), sino también para demostrar que hay uno que otro neanderthal que circula por el mundo, el cual, después de descubrir su respectivo monolito, anda con un hueso en la mano repartiendo golpes e intentando demostrar su superioridad física y/o intelectual.
En lo personal, me he topado con varios, pero existe uno que es deliciosamente disparatado, pues ha tomado como bandera todo aquello que huela a cultura y se ha autoproclamado fundador de una asociación civil integrada por... el mismo.
Así pues, después de haber encontrado su monolito personal, ha tomado un hueso entre sus manos y lo ha lanzado fuerte hacia el espacio bajo el mensaje de "¡A chingar a su madre, nadie sabe más de libros, poesía, pintura, filosofía, danza, (y lo que se acumule) que yo!".
Después de tremenda epifanía, ni tardo ni perezoso, tomó papel y pluma y se puso a escribir. Luego, aprovechando que era maestro de preparatoria, introdujo a todos sus alumnos (a los cuales después les informó que eran parte de la asociación civil que presidía), en el maravilloso mundo de la literatura a través de un certámen en el cual, los jóvenes no solo cumplirían con la tarea, sino que también se interesarían en el difícil ejercicio de plasmar sus ideas, historias y sentimientos a través de la letra.
El único detalle que no informó, es que se quedaría con cada uno de los trabajos recepcionados, y luego de maquillarlos, los usaría para enviar a concursos nacionales en los que ganó.
Algunos estudiantes se quejaron y otros lo olvidaron, pues al fin y al cabo, lo que buscaban era pasar la materia.
La maldad es que, ante el éxito de la primera edición, el paso siguiente es: ¡Por supuesto! Hacer más concursos con más disciplinas como el teatro, la declamación, entre otras, para así, de ésta manera, usar a los estudiantes y por supuesto, perpetuar su nombre como un auténtico salvador de la literatura juvenil y por ende, de la cultura local.
El tiempo pasó y el Internet llegó, y con éste, algunos medios de comunicación emigraron del papel impreso a un portal en la web, y es ahí, donde a alguien se le ocurrió la genial idea de convertirlo en una especie de columnista.
¡Un nuevo monolito había aparecido! Y esta vez no tuvo que buscar hueso, se lo entregaron en forma de mouse y teclado.
Entonces volvió a erigirse como ser supremo, un intelectual hecho y derecho, con pensamientos tan profundos como la taza de un café expresso, y con tan conmovedoras verdades, que hacen ver "El extranjero" de Albert Camus, como una revista de "Sensacional de Traileros".
Y es ahí, desde ese portal, donde critíca abiertamente cualquier tipo de trabajo que no es el suyo, o hace llamados a las autoridades para que posen su mirada a su loable labor de salvar la cultura (¿Realmente hay que "salvarla"? Y si es así ¿Quién y cómo se elige al "salvador"?)
Cuando no está de humor para despedazar a esas pobres e ingenuas criaturitas a las que el Señor no las dotó del mismo razonamiento que a el, envía textos inmensos, donde salta de una idea a otra sin mayor explicación (¿O será que es un estilo similar al de Borges y soy yo, de lengua viperina, el que no lo alcanza a comprender?).
La cosa es, que para demostrar que su conocimiento sobre la lengua es inmenso, rayando en lo divino, usa palabras rebuscadas (¡Incluyendo aquellas en latín y catalán!) pensando que nadie las entenderá y de esta manera, se mostrará intelectual, pero cuando comprendes el significado de las mismas (¡Bendita Wikipedia!), aprecias que no hay motivo alguno para que estén ahí.
Pero eso es lo de menos, si no nos ha quedado claro que es un erudito, cada uno de los temas que merecen su pluma son rellenados con todo tipo de citas: "Como dijera Octavio Paz...", "... señaló Vargas Llosa", "Juana de Asbaje menciona... " y así se sigue por cada uno de los 19 o 20 párrafos en los que narra como debemos "ir hacia la luz", "beber del manantial del conocimiento" o "mirar al mar que respira", los cuales, sin excepción alguna, terminan o inician con la reflexión de inagotables autores, lo cual me lleva formular la teoría de que posee una memoria eidética que lo hace recordar cada una de las páginas de miles de biografìas de escritores de todas partes del mundo. O utiliza muy seguido WikiNote.
Definitivamente, después de conocerlo en persona, intercambiar palabras y observar la distancia abismal entre su columna y los escritos en los que resultó vencedor de incontables vienales, me queda claro que sufre del Síndrome del Pseudo Intelectual: Un término que copié de una persona que definía de esta manera a quienes no escriben por el gusto de ofrecer sentimientos en cada una de sus palabras, o adentrarse a la lectura para toparse, sin querer, con la inadvertida reflexión o el malsano y experimental divertimento; sino que lo hacen para, de manera oportunista, tener el reconocimiento y aceptación social a base de plagio y pretención que incluye: huecas metáforas, engañosos discursos morales y poesía equivalente a un orgásmo fingido.
Sin embargo, ahí está... Y cerca de mi, un monolito.
Me marcho, voy por mi hueso, lo arrojo y regreso, no me tardo.
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